hablar inglés – parlar inglés – com els catalans fan el amor amb els ingleses

Bondia a tothom! Aqui’ podeis leer un articulo que encontré en “La Vanguardia”.

A lo que parece tambien los amigos catalanos hacen un poco de confusion.

OBSERVATORIO GLOBAL

Hablar inglés

EL BILINGÜISMO o trilingüismo, como sería el caso de Catalunya, permite la hibridación como forma nueva de identidad

MANUEL CASTELLS – 26/02/2005

En algunos medios ha causado extrañeza la inclusión, entre las medidas del reciente acuerdo estratégico para la competitividad de Catalunya, de la recomendación de contratar a 500 nuevos profesores de inglés. Pero lo que parece un detalle apunta en realidad a una de las deficiencias más significativas de Catalunya, y de España, para ponerse a la altura de su autoproclamada importancia en el mundo actual. Y es que en una economía globalizada y en una comunicación multicultural hace falta una lengua común para entenderse.Ycomo no salió el esperanto tenemos el inglés. No el inglés de Oxford, sino este de andar por casa y por el mundo, con el que, mal que bien, llegamos a entendernos lo suficiente para hacer negocios, viajar, aprender, investigar, oír música, ver cine, hacer amistades, navegar por internet y acceder a la extraordinaria diversidad de la experiencia humana.

Podría haber sido de otra forma (al fin y al cabo hay más o menos los mismos hablantes nativos de inglés que de castellano, unos 400 millones). Pero, por las circunstancias de la historia, el inglés, quiérase o no, es y será el instrumento de comunicación entre la gente de todo el mundo. Y por eso su desconocimiento es un obstáculo para esa comunicación, una rémora para las economías y un problema para las personas. Se puede vivir sin saberlo, en realidad se puede vivir bien sin muchas cosas, si la vida interior está en paz y nuestra sensibilidad está abierta a la belleza que nos rodea. Pero también se pierde una amplia gama de experiencia y posibilidades.

Y si esto es así, vamos mal. Porque, según datos de la Unión Europea, el 82% de la población española no es capaz de participar en una conversación en inglés. En Catalunya, según los datos de nuestra propia encuesta (el Projecte Internet Catalunya) el porcentaje sería de un 80% de la población mayor de 15 años. A título comparativo, la proporción es de tan sólo 22% en Suecia o Dinamarca, del 58% en Alemania, del 61% en Grecia o incluso, en Francia, con su chovinismo lingüístico la proporción, aunque alta, se mantiene en un 63%, muy por debajo de la española. Podríamos consolarnos pensando que es, como en tantos otros déficit educativos, una herencia del pasado franquista. En cierto modo, es así. En Catalunya, en la población entre 15 y 30 años, el desconocimiento del inglés se sitúa (según datos del PIC) en torno al 56%. O sea, hay mejora, pero lenta. Así, un estudio recién publicado de la Universitat Autònoma de Barcelona indica que sólo una tercera parte de los estudiantes de la UAB estudian un idioma durante la carrera, la mayoría inglés. Pero incluso los que estudian no llegan a la puntuación mínima: sobre una media de 5, los estudiantes tienen una nota del 3,7 y los profesores de la universidad un 4,7. Y si nos remontamos a la enseñanza primaria y secundaria la situación tampoco parece boyante. El informe sobre el inglés en la escuela publicado en el 2003 por el Consell Superior d´Avaluació del Sistema Educatiu de la Generalitat de Catalunya, da como porcentajes de respuestas correctas a sus pruebas un 55,7% en el sexto de primaria, un 50,4% en el segundo de ESO y un 54,6% en el segundo de bachillerato. O sea, aprobado raso entre los alumnos que se supone han entrado en el nuevo sistema educativo en el que el inglés es la lengua obligatoria de la gran mayoría y recibe la prioridad en la escuela.

¿A qué se debe este considerable retraso lingüístico, con potenciales consecuencias negativas. tanto colectivas como individuales, para nuestra inserción dinámica en el mundo? A veces se habla demagógicamente, y sin conocimiento de causa, de la mala calidad de los enseñantes de inglés. En términos generales no parece ser así. En el citado informe del Consell d´Avaluació de la muestra de profesores de inglés de la educación primaria la mayoría tiene certificados de aptitud de programas acreditados, más del 30% hicieron estudios en un país de habla inglesa y más del 82% han residido algún tiempo en un país de habla inglesa para perfeccionar sus estudios.Yel 72% llevaban como mínimo ocho años enseñando inglés. Otro estudio del Ministerio de Educación realizado en 1997 comparando la enseñanza del inglés en España, Suecia y Francia, muestra que la calidad de esta enseñanza en nuestro país no es muy diferente de la de Francia. ¿Dónde reside pues la dificultad? Los estudios apuntan a algunos factores conocidos como causantes de déficit educativos: el bajo nivel de educación de los padres y la falta de expectativas y motivación por parte de los propios estudiantes. Y es que si no se piensa utilizar el inglés, ¿para qué esforzarse? En la encuesta sobre la UAB, los estudiantes aluden a la falta de tiempo por la sobrecarga de tareas relativas a sus cursos. Pero, naturalmente, esto es porque los propios alumnos no le dan prioridad al inglés y porque, desde los currículos universitarios, no se exige el conocimiento del inglés. O sea, dejado a la inercia de algo fuera de lo ordinario, el poco inglés aprendido en los primeros niveles de la enseñanza se va oxidando.

Por otro lado, los factores que incentivan el aprendizaje del inglés están relacionados con su práctica: con el navegar por internet, con el ver películas o seguir la música en esa lengua y, sobre todo, con estancias en países de lengua inglesa. Este último elemento introduce un factor de discriminación social fundamental entre las familias que pueden pagar esos cursos en el extranjero y las que no. La diferencia entre cosmopolitas y locales mediante el aprendizaje directo del inglés facilitado por sus familias amenaza con ser una brecha lingüístico-social más importante que la brecha digital que tanto se cita, porque condiciona el acceso al mundo. De ahí la importancia de algunas medidas recientes del Ministerio de Educación español para subvencionar la movilidad de los alumnos en el marco europeo. Y cuando no se puede llevar la persona al inglés, hay que llevar el inglés a las personas. Como, por ejemplo, proyectar en televisión las películas originales en inglés con subtítulos en catalán (o en castellano en España) y difundir sistemas de diccionario en internet que permitan al internauta buscar el equivalente lingüístico en tiempo real mientras navega. Hay fórmulas conocidas que se han utilizado en otros países, empezando por la obligatoriedad del uso del inglés en la enseñanza superior en toda la gama de materias y no sólo en cursos de idiomas. Pero falta conciencia de la gravedad del problema y de la prioridad que debe dársele. E incluso algunos políticos frivolizan el tema, hablando de la superioridad cultural del francés. Aquí habría que aprender no ya de Finlandia, que se lo planteó hace muchos años, sino de Chile que se ha propuesto hacer una educación universitaria con fluencia en inglés en plazo breve. Y lo está llevando a cabo.

¿Y la identidad lingüística en todo esto? ¿No estamos aceptando el imperialismo cultural anglosajón? Obviamente, hay relaciones íntimas entre lengua y cultura. Pero se trata de darle la vuelta al tema: se trata de apropiarse del inglés, de innovarlo, de hacerlo lengua universal, de situarlo en otras referencias culturales y en otras experiencias personales, como han hecho tantos inmigrantes latinoamericanos o chinos en Estados Unidos. El bilingüismo o trilingüismo (como sería el caso de Catalunya) permite la hibridación como forma nueva de identidad, a condición de mantener las identidades propias, mezclándolas luego con una lengua común que pueda ir haciendo emerger una supraidentidad: la de nuestra especie como sujeto parlante de sus múltiples lenguas comunicadas a través del espacio común del neoinglés que estamos construyendo entre todos.

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